“Si alguien en este planeta es culpable de terrorismo, ese es el Estado británico. ¡Palestina libre! Tiocfaidh ár lá (Nuestro día llegará)”.

El caso legal contra Liam Óg Ó Annaidh, “Mo Chara” del trío de hip hop norirlandés Kneecap, acusado de terrorismo por exhibir una bandera de Hezbolá en un concierto en Londres, llegó a su fin. La banda siempre defendió que los cargos eran una persecución política para silenciar sus críticas, especialmente sobre la situación en Gaza.

La esperada audiencia final se celebró el 26 de septiembre en el Tribunal de la Corona de Woolwich, Londres. Previendo una muestra de apoyo masivo, las autoridades prohibieron las concentraciones frente al juzgado, un intento de minimizar las protestas que delataba el “miedo” de la fiscalía.

El día del veredicto, Kneecap llegó con su estilo característico, transformando el entorno en una escena casi cinematográfica.

Dentro de la sala, la tensión era palpable. Sin embargo, el desenlace no giró en torno a la política, sino a un tecnicismo legal: el magistrado Paul Goldspring desestimó el caso porque la fiscalía no obtuvo los permisos necesarios dentro del plazo legal de seis meses establecido por la Ley Antiterrorista. Un retraso de apenas 24 horas hizo que el caso se derrumbara “como un castillo de naipes”.

La victoria judicial fue recibida con aplausos. Al salir, Mo Chara no perdió la oportunidad de reafirmar su postura. Agradeció a su equipo legal y declaró que el proceso “nunca se ha tratado de mí, ni de la amenaza a la seguridad pública”, sino de Gaza y de las consecuencias de alzar la voz.

“Nosotros, siendo irlandeses, conocemos la opresión, el colonialismo, la hambruna y el genocidio. Sufrimos y aún estamos sufriendo bajo ‘su imperio'”, afirmó, terminando con un contundente: “Si alguien en este planeta es culpable de terrorismo, ese es el Estado británico. ¡Palestina libre! Tiocfaidh ár lá (Nuestro día llegará)”.

Este capítulo final deja un sabor agridulce. Para Kneecap, la “victoria parcial” no borra el alto costo del “circo mediático”: enormes gastos legales y pérdidas económicas por giras canceladas. Para el gobierno británico, el episodio supone un error institucional bochornoso, que evidencia su torpeza burocrática y, paradójicamente, fortalece la narrativa de la banda como artistas perseguidos por sus ideales.

En el ahora vacío Tribunal de la Corona de Woolwich, solo queda el eco de sus risas, una victoria simbólica que evoca la frase del activista Bobby Sands: “Nuestra venganza será la risa de nuestros hijos”. Hoy, esa risa “aguda, burlona y liberadora” resuena tal como soñaron los republicanos irlandeses hace décadas.

Fuente: Tonybeat

matapay
Author: matapay

Por matapay